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La Hoja de Coca en la Curación Espiritual Andina

La hoja de coca (Erythroxylum coca) juega un papel fundamental en las tradiciones de curación y adivinación de los Andes. En estas prácticas ancestrales, la planta se considera un vínculo sagrado con el mundo espiritual.

Mama Coca es esencial en las ofrendas rituales, facilitando la comunicación con los seres espirituales del universo andino. Durante estos rituales, se invoca tanto al espíritu de la planta como al espíritu del individuo, revelando aspectos importantes de su vida. La interacción de ambos espíritus ayuda al chamán a proporcionar guía y sanación.

Este ritual ofrece orientación en áreas cruciales como el amor, la salud, el trabajo y la familia, y abre la intuición para enfrentar desafíos personales. La hoja de coca, valorada como un regalo de Pachamama (Madre Tierra), es utilizada para invocar salud, abundancia, fertilidad y prosperidad.

La lectura de hojas de coca, una práctica ancestral con raíces profundas en las culturas andinas, es considerada una de las formas más respetadas de adivinación en Sudamérica, destacándose por su precisión y relevancia en la tradición espiritual.

La Persona Lectora

En la tradición andina, el lector de hojas, conocido en algunas regiones como runa, desempeña un rol crucial en la interpretación de signos y símbolos para cuestiones cotidianas. Esta forma de lectura no requiere especialización formal y se centra en aspectos prácticos como el pronóstico del clima, el éxito en viajes, visitas de amigos o familiares y transacciones comerciales menores.

Algunos especialistas en esta práctica han ganado reconocimiento y prestigio en sus comunidades por su habilidad y aciertos. Estos lectores suelen tener un espíritu aliado protector, conocido como apu, que les asiste en su práctica.

En Perú, en Cusco, se les llama qhawaq; en Ayacucho, qatipaq; en Bolivia, el término es amauta; y en las comunidades aimara, se les conoce como yaratiri.

La Manta en la Curación Espiritual

En las prácticas de curación espiritual andina, se utiliza una manta tradicional sobre la cual se disponen los elementos necesarios para la consulta. Esta manta, conocida localmente como unqhuña, puede ser reemplazada por otras mantas o ponchos tejidos tradicionalmente si no está disponible. También se pueden usar pañuelos o incluso la camisa del consultante, según menciona Ricardo Palma, escritor peruano.

La manta no solo actúa como una superficie física para los elementos de la consulta, sino que es considerada un elemento sagrado que conecta al lector con las energías del entorno. Hecha a mano con técnicas ancestrales, la manta añade un componente ritual importante, creando un espacio propicio para la concentración y la interpretación de las señales espirituales. Este proceso de preparar el espacio con cuidado refleja la seriedad y el respeto con que se aborda la consulta, estableciendo un vínculo entre el lector, el consultante y el ámbito espiritual.

Interpretación Espiritual

En la tradición andina, la interpretación espiritual de las hojas se realiza observando diversos aspectos de su disposición sobre el tejido. Se consideran el color predominante, la condición de las hojas (si están dobladas o no), su integridad, y la orientación de sus puntas cónicas. Estos detalles ayudan a interpretar las respuestas a las preguntas planteadas.

Las respuestas pueden variar desde abiertas y descriptivas hasta afirmativas, negativas o contrarias. El lector, conocido como qhawaq, lanza un puñado de hojas y acumula gradualmente las respuestas para construir una interpretación completa. Este proceso permite confirmar o contradecir las respuestas obtenidas, proporcionando una visión profunda y detallada de la situación consultada.

Diagnóstico

La lectura de hojas en la medicina tradicional andina se usa para identificar desequilibrios en la salud y ofrecer orientación sobre terapias adecuadas. Un especialista puede recomendar tratamientos tradicionales o, si es necesario, derivar al paciente a la medicina convencional para una atención más especializada.

Este proceso va más allá de la adivinación; establece una interacción profunda entre los seres humanos y entidades no humanas, como Pachamama, apus y otros espíritus, según la cosmovisión andina. Estas entidades son vistas como participantes activos en el bienestar y salud de la comunidad.